En lo rural nadie sobra, todo el mundo es necesario, pero algunos son contingentes. De momento, amanece que no es poco, pero cualquier día el apagón será definitivo. Para evitarlo habrá que poner sobre la mesa medidas contundentes y abrazar una tierra –la nuestra- que sigue suspirando por un cariño que a veces no llega. Es posible, incluso, que las administraciones tengan la preocupación y que no sepan qué palillos tocar para frenar la despoblación. Porque ése, y ninguno más, debiera ser su caballo de batalla.
Me consta que casi todas las formaciones se esfuerzan por ofrecer remedios que, en la mayoría de los casos, han llegado cuando el enfermo está casi difunto. Con todo, la resistencia debe ser la palabra clave para aguantar un tiempo más, aunque por el camino seguiremos asistiendo a la casi expiración de algunos pequeños municipios.
Eso sí, afortunadamente, siguen quedando “galos” irreductibles, con ganas, con ideas, con empuje. A ellos es a los que hay que incentivar aún más, porque su optimismo es contagioso y nada mejor que plagar de alegrías lo que se pronostica como erial y desierto humano. No cejemos en esta cuestión.
Por lo demás, conviene reseñar que en lo tocante al cuarto y mitad rural –lo de medio lo dejamos en observación- no es lo mismo ser que estar, sobre todo ahora, cuando el espejismo veraniego del “gratismente” ha quedado en el baúl de los recuerdos hasta la próxima temporada. Cercana ya, eso sí.
De igual suerte que parece igual, pero no es equiparable, hablar desde fuera que desde dentro: recetas cocinadas desde otros pagos pueden terminar confundiendo la velocidad con el tocino.
Parece mentira y no lo es: la distancia entre lo rural y lo urbano en vez de ser más estrecha es más ancha. Se lanzan mensajes como si fueran postulados y dogmas de fe y, salvo honrosas excepciones, proceden de los que ni están ni se les espera. Y podrán plasmar su punto de vista, aportar sus fórmulas, faltaría más, pero la voz de los sufridores es la que debiera tener mayor representatividad. ¿Estarán presentes en el próximo congreso sobre la despoblación? Porque llegarán más congresos, no lo duden. Y más debates.
Conviene, creo, poner en marcha una ley de discriminación positiva para salvar los muebles. A sabiendas de que somos aprendices de todo y maestros de nada.
Mientras tanto, de una forma o de otra, generemos opinión. Entre todos algo sacaremos para pasar a limpio. Acción. Reacción. Resistencia. En ello estamos.
Y ya otro día hablamos de la demotanasia. Tela.